Acondicionar  Según el diccionario “dar cierta condición o calidad”.

El  acondicionamiento corporal busca dar una buena condición  corporal a través del entrenamiento físico. El proceso habitual comienza con un “voy a hacer algo para  mi cuerpo y mi salud”. Evidentemente, no estoy hablando de  los que han conseguido incorporar el deporte a su filosofía  de vida, sino de esa mayoría silenciosa que, por cualquier motivo, no encuentra el tiempo necesario para ello. Pero el tiempo pasa. Y tarde o temprano, llega ese momento de  “tengo que hacer algo por mí”. Pero así como el “tiempo” nos condicionó en “no hacer nada”, incluso una vez tomada  la decisión, dejamos que siga condicionando nuestros siguientes pasos.  Porque ahí no queda la cosa. Ahora emprendemos la  aventura de decidir cuál es el mejor camino para nosotros para  alcanzar la meta que – posiblemente – nos hayamos marcado. Seamos benévolos y supongamos que la elección de nuestros  objetivos no ha estado influida por el mundo mercantilista que  nos rodea y que hayamos dejado los 90-60-90 con 55 kg y los bíceps de 45cm para otra vida. Pero en lo que estoy segura es  que en la decisión del mejor camino sí nos dejamos influir, y  mucho, por estas ofertas del mercado que nos persiguen con sus carteles de cuerpos monstruosamente perfectos a todas  horas y en todas partes. Y de nuevo el factor tiempo toma el mando, con lindezas como “cuerpo esbelto en 30 días con sólo 5 minutos al día”… etc. Como saben que nos falta tiempo, nos tienen que sugerir que aun así vamos a conseguir ese vientre plano que entre bollo y bollo nunca hemos conseguido. Pero entonces… ¿por dónde empezar? La respuesta es muy sencilla, amigas y amigos: Por la flexibilidad. Con ejercicios de estiramiento por supuesto. ¿Os acordáis de las clases de gimnasia en Primaria y en el instituto? Por mucho que el profesor se haya formado con Carlos V, os habrá hecho pasar primero por unos ejercicios de estiramiento, antes de empezar con la gimnasia “de verdad”. Pues bien, lo mismo tenéis que aplicar ahora. Antes de ir a “entrenar de verdad”, dedicad unos meses a recuperar la flexibilidad perdida y, de paso, prevenir gran parte de las lesiones que ibais a sufrir lanzándoos directamente a la aventura del“acondicionamiento corporal”, o mejor dicho, de su actual interpretación mercantilista. ¿Será pura coincidencia que al lado de un número sorprendente de gimnasios hay un fisioterapeuta a menos de 100 metros? Yo sé que después de varios meses de estiramientos os daréis cuenta de que el gimnasio ya no lo necesitáis para nada, ni siquiera para el cardio, pero hasta ahí no me tenéis que seguir. Lo que sí os pido es que empecéis por el estiramiento, y no en plan precalentamiento de dos minutos y medio y además mal hechos.

Tomároslo en serio. Así que hacedlos de manera inteligente, positiva y relajante.

IMAGEN 1

IMAGEN 2

IMAGEN 3

Inteligente Porque, según el ejercicio que esté realizando, localizo en mi cuerpo la zona donde se genera el movimiento, tomando consciencia de la oposición de las fuerzas necesarias para proyectarme libremente y de las zonas articulares que se alinean. Por ejemplo, en la imagen 1 vemos un ejercicio de elongación de isquiotibiales. Ubicados boca arriba, primero soltamos el peso de las caderas hacia el suelo para localizar el hueso sacro y, a partir del peso que éste ejerce hacia el suelo, rotamos cabezas de fémur hacia afuera y desenvolvemos la pierna que hemos estado sujetando, aplicando la fuerza opuesta al peso del sacro, o sea que la pierna se estira hacia arriba. En este ejercicio es importante despegar la cintura hacia la cabeza para liberar más las piernas.

Positivo Porque los estiramientos aplicados positivamente corrigen la postura y secuelas de lesiones. También es positivo aplicar las fuerzas de dirección naturales en nuestro cuerpo sin forzarlo. En la imagen 2 el estiramiento siempre se produce en movimiento o sea que no hay estática mientras que nos estiramos. Lo que hay es oposición de fuerzas, de manera que una parte de nuestro cuerpo ira hacia un lado y la otra en la dirección opuesta. De la cintura hacia abajo nos despegamos hacia el suelo y de la articulación coxofemoral hacia arriba en dirección a la pared.

Relajante Aunque nos estemos estirando al máximo, también nos estamos relajando al mismo tiempo si sabemos trabajar los músculos protagonistas y antagonistas adecuadamente. El estiramiento y la relajación simultánea están presentes en muchas actividades: en los deportes, en la musa inspiradora de la creatividad, en el sexo, y casi cualquier actividad de nuestra vida cotidiana. Cuando los músculos toman la tensión justa, se genera un reflejo que lo elonga todavía más y eso nos hace experimentar extraordinarios niveles de relajación y liberación. Por ejemplo, según vemos en la imagen 3, colocando una mano en la pared con el brazo en rotación externa, vamos relajando deltoides, trapecio, bíceps y vamos utilizando en oposición los redondos y el tríceps. Sentimos como relajando un grupo muscular podemos proyectar y estirar otro, una sensación nueva para muchos, pero, conforme la vayamos interiorizando, nos permitirá relajarnos incluso en situaciones de tensión. En este contexto las agujetas excesivas son una señal de que no hemos conseguido respetar el equilibrio estiramiento-relajación en nuestros ejercicios, produciendo una descompensación. Significa que el grupo muscular afectado no ha tenido suficientes períodos de relajación, resintiéndose por la falta de oxigenación y regeneración. De ahí que en mis clases siempre hago hincapié en que la correcta secuencia de los ejercicios es fundamental, sobre todo para los alumnos que todavía no dominen esta forma de acondicionamiento corporal.

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